Soñar

¿¿Como estáis, queridos Viajeros?? Aquí vuestra capitana al timón de nuevo, rescatando una reflexión de hace un par de semanas.

Siempre he sido una fanática de los libros. desde que mi madre me compró mis primeros libros, que fueron los 7 libros de las Crónicas de Narnia, me ha encantado leer, y eso fue cuando tenía nueve años. Parece que fue ayer, pero ha llovido bastante desde entonces. He crecido con las películas de Disney, mi madre me las ponía todos los fin de semanas, y cada año las disfruto más. Puede que por eso haya crecido siendo tan soñadora. Creo que mi lado romántico, ese que le encanta leer historias de amor con finales felices, se deba también precisamente a las películas de Disney, aunque ahora son los valores que intentan transmitir lo que me gusta de esas películas.



Lo malo de los libros y las películas es que se acaban. Tienen su final y vuelves a la realidad de un mundo cada vez más cruel y menos humano. Eso es lo que gustan tanto de los libros y las películas. Que sabes que, en la gran mayoría, pase lo que pase, las personas malas y crueles van a recibir su merecido y las personas que tanto han sufrido han encontrado el amor, la felicidad y la paz. Todo relativamente fácil y sencillo.

Pero eso no siempre es así en la vida real. Por eso soñamos. Imaginarnos nuestra vida como a nosotros nos gustaría que fuera; como la historia mas romántica del best-seller del momento o como la mejor película de acción que ha habido en taquilla. Soñamos con el trabajo que más nos gustaría tener, con la casa que querríamos comprar, la ciudad donde nos encantaría vivir, el dinero que nos gustaría tener para comprarnos todo lo que queremos y creemos necesitar, o la persona con la que nos encantaría estar y vivir la mas romántica y apasionada historia de amor. Todo es como queremos cuando soñamos. Nos imaginamos nuestra vida y es maravillosa.

Cuando somos niños nos enseñan a soñar, nos incitan y alientan a ello, a soñar en grande y a perseguir nuestros sueños. Y a medida que crecemos y perdemos esa inocencia característica de los niños, nos olvidamos de soñar. Prácticamente nos prohíben soñar, porque eso, lamentablemente, no te da de comer. Y se supone que así maduramos. Nos volvemos superficiales, egoístas, desconfiados, nos deprimimos y vivimos amargados. Porque, maduros o no, seguimos soñando, queriendo cosas que la gran mayoría de veces no se cumplen y eso cala en nosotros y resiente nuestro carácter. Seguimos soñando, seguimos deseando, pero lo hacemos en silencio, en soledad. Así nadie sabrá si lo que soñábamos o deseábamos se ha cumplido. Así nadie nos recordará que eso que tanto queríamos no ha ocurrido, porque nadie sabrá qué era.

Las personas maduras no creen en reinos lejanos, criaturas mitológicas, magia, o finales felices y perdices asadas. No. Las personas maduras son responsables y realistas. Y esas personas, al llegar a casa, pueden ser como quieran, porque nadie les ve. Así que cogen un buen libro, se ponen una buena película, y se dejan llevar por los sueños que otras personas han conseguido llevar a cabo. Sueñan, viajan, viven aventuras increíbles, porque eso es lo que hacen los libros y las películas. Eso es lo que hacen las buenas historias. Te remueven por dentro. Te hacen volar.

Y por eso cada vez más personas vuela. Se dejan llevar por sus sueños, creen en ellos incondicionalmente y no paran hasta conseguirlos. Sin importar lo que otros digan. Porque no importa lo que otros digan. Lo único que importa es lo que TÚ hagas. Porqué, viajeros, vida solo hay una, y quien ha de vivirla eres TÚ, nadie más que TÚ. Así que esta humilde viajera te aconseja que no lo dudes. Sueña, actúa, persigue, realiza, navega, VIVE. Arrepiéntete en otra vida, si es que hay. En ESTA, dedícate a DISFRUTAR.

-A-

Imágenes obtenidas de Google y propias (@the.dawn.traveler)